Cuando estoy en Sevilla suelo acudir los sábados a las 8:30 de la mañana a misa al Santuario de María Auxiliadora. Las caras ya son conocidas, una veces la misa la oficia mi adorado D. Luis, otras mi buen amigo D. Eusebio. Voy a los Salesianos por una razón muy simple, durante los años que estudie allí, desde los seis hasta los diecisiete, ellos me enseñaron a amar a María Auxiliadora, me mostraron la vida de D. Bosco, de su compromiso con los que menos tienen y de lo importante que es la educación. Me enseñaron valores, me ofrecieron esos valores que yo libremente acepte, como no hacerlo; en definitiva no me impusieron nada y como no me fue impuesto los hice míos. Nada impuesto acaba siendo de uno, nada impuesto es aceptado.
Durante veintisiete años en Sevilla hemos tenido un Pastor que se ha dedicado a convivir con sus ovejas, un Pastor que ha llevado a gala lo dicho por Juan en su evangelio ( 15,15): "No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer."
Un Pastor que como buen Franciscano, se entregó a la reparación de su Iglesia, impulso las bolsas de caridad como nadie lo había hecho hasta la fecha y destacó la importancia de los laicos dentro de la Iglesia desde las Hermandades. Toda la evolución que ha habido en las cofradías, ni mencionar el asunto de la mujer, colaboración con ONGs, proyectos de apoyo a desfavorecidos y demás es, en gran medida "culpa" de este Franciscano. En estos veintisiete años he tenido la suerte de oírlo en innumerables ocasiones, en mis hermandades, en otras, en cualquier Iglesia que aparecía durante la Semana Santa y le ofrecían el micrófono, en fin como lo vivido es imborrable se empeñe quien se empeñe, yo podre decir que escuche predicar a Fray Carlos Amigo Vallejo.
Como todo lo que empieza tiene su final, a este Franciscano se le cumplió su tiempo, o más bien diría yo, alguien le adelanto el reloj, ya que la aceptación de su formal renuncia presentada a la Santa Sede no dejó de ser algo que raya la ignominia. Y se produjo el cambio de Pastor.
Este nuevo Pastor no se si alcanzara veintisiete años como Obispo de la Diócesis de Sevilla pero se debe poner sin perder tiempo a intentar entender a sus ovejas que de bobas no tienen nada. A los sevillanos se nos puede acusar de muchas cosas, innumerables; pero de la única de la que no se nos puede acusar es de no transmitir nuestras tradiciones y de nuestro compromiso con Jesús, con errores como humanos que somos.
Estamos en el Siglo XXI y tenemos tradiciones que arrancan del Siglo XVI, curiosamente de un Vía Crucis donde me imagino que no habría nada más que devoción por parte de aquellos sevillanos que lo hicieron por primera vez en 1521. Sacar nuestras imágenes a la calle es llevar a Dios a todos, transmitir su mensaje a todo el mundo, y fundamentalmente a quien no quiere encontrarse con El, cuantos Saulos han salido de encuentros con nuestras sagradas imágenes por nuestras calles.
Advertir las verdades de perogrullo en Sevilla no vale de mucho, ya sabemos que las hermandades son Iglesia, solo faltaba que no lo fueran, pero tienen una idiosincrasia muy particular, y gracia que la tienen pues bien es sabido que en la diferencia esta el gusto y es una forma de progresar, si todos pensamos lo mismo, no se como se puede avanzar.
Esos sevillanos que en 1521 pusieron las primeras piedras de lo que es hoy la Semana Santa de Sevilla, fueron adelantados a su tiempo, la Iglesia por aquellos entonces estaba dedicada a la imposición de la Fe y cuando llegaban voces reformistas, Sevilla se mantuvo fiel al Papa, ahora las voces de reforma parecen venir del seno de la Iglesia, solo se me ocurre una frase:
Monseñor, cuidado, con Sevilla ha topado
¡Necesitas ser un miembro de Cofrades para añadir comentarios!
Participar en Cofrades