
María, Madre del Dios encarnado,
la Madre de tu propio Creador,
la Madre de tu Dueño y tu Señor
del que en ti quiso ser humanizado.
Misterio de un amor exagerado,
de ese amor loco del Dios que es Amor
que en tu seno materno acogedor,
quiso ser con los hombres hermanado.
Por haber creído fuiste dichosa,
y en ti se cumplió cuanto el ángel dijo:
Dios hecho hombre en tu seno reposa;
Seno en que encuentra cálido cobijo,
brazos de madre que acuna amorosa
y labios que, al besarle, exclaman: ¡Hijo!
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