Página de Alejandro Sigüenza

Dicen que los ojos son el espejo del alma , que en ellos se reflejan todas las emociones que llenan de vida nuestro ser y que nos hacen sentirnos parte del género humano . Ayer yo ví unos ojos llenos de luz , brillantes como luceros , por los que se perdían dos ríos de lágrimas que proclamaban lo que a gritos intentanba decirse con las palabras . Esa mirada mostraba la ilusión de saber que el día con el que tantas noches había soñado , el que desde niño marcaba cada año como fecha ineludible en el calendario , había llegado . El olor a calentitos llenaban las primeras horas del día , mientras el puente de barcas se convertía en el mejor galeón que llevaba hasta la marinera más pura de la cava trianera , aquella que en septiembre decidió regresar con a casa de la abuela para cobijarse bajo el lecho de una iglesia que más que iglesia es una casa en la que se guarda con mimo el alma de un barrio que lleva por bandera sus devociones más amadas . Una vez entregado el primer beso , esos ojos volvieron a mirar al Guadalquivir y buscaron , casi sin tiempo para el descanso , las calles del centro de la sevilla mariana para mirar hacia San Martín , y encontrar en él al refugio de un barrio que se hace hermandad el miércoles santo , a la Divina Enfermera que guía los pasos de la ciudad eterna . El segundo beso quedó sellado en su mano , y la retina del alma ya empezaba a guardar las mejores instantáneas de la jornada . No menos emociante sería el reencuentro con Antonio Machín en Carmen Benítez mientras se llenaba de la gracia más hermosa , aquella que quita las penas de los angelitos negros que van a visitarla . El tercer beso marcaba el ecuador del viaje , el corazón de la travesía que ya buscaba la belleza trinitaria , esa belleza trinitaria que tantas veces auxilia las promesas de Sevilla salesiana que busca en su mirada el anhelo de la más humilde ayuda . El cuarto beso supo a azahar y romero mientras que la brújula que guiaba sus pasos marcaba su último destino . Mientras se acercaba , las murallas que lo presidían volvían a traernos aires de una centuria imperial con sabor macareno que en cada madruga busca el calor de un arco que se hace triunfal en estos días . Mientras besaba su mano ,miró la belleza de su rostro , y notó cómo se paraba el tiempo en la resolana . Había cumplido un año más con la promesa , y la promesa había vuelto a llenarle de vida para poder renovarla el próximo año . Esos ojos que brillaban como luceros , sabían que habían recibido el regalo más esperado , pues esos ojos se llenaron de los besos de la Esperanza .