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Tú, agotado de tormento
teniendo el mundo en tu mano,
y siendo Dios soberano
Rey de tierra y firmamento.
Tú, que detienes el viento
y haces inútil la orilla;
Tú, el lucero que más brilla
y el bendito Gran Poder,
que haces de hinojos caer,
todo el amor de Sevilla.