Esperanza, Tú sabes que hoy no es un día fácil para mí. Porque sabes que, dentro de un año exactamente, daría la vida por volver al día de hoy. Por eso se me hace tan difícil; porque tengo que saber aprovecharlo... y, al mismo tiempo, tengo que esforzarme en no pensar en el mañana. Porque desgraciadamente, por una vez en la vida, sé lo que está escrito que pase. Y cuando se sabe... todo cambia.
No es nada sencillo sonreírle mientras le digo felicidades mientras por dentro mi pensamiento me recuerda que será la última vez que lo haga. Tampoco se me antoja fácil verle cumplir años cuando ya prácticamente tiene cogidas tus manos. Ni mucho menos será algo liviano el momento en que le diga adiós y me despida con un beso... porque en ese momento quiero mirarle a los ojos y grabar en mí esa imagen, porque será el último diez de junio que pase a su lado. Será su último cumpleaños a mi lado, la última vez que le felicite, la última vez que le de dos besos sintiendo su piel más vieja que unos días atrás.
Esperanza, es su último cumpleaños... aún en su poca lucidez y vida que le queda, regálale la paz, la felicidad, la alegría de ser íntegramente feliz por última vez con toda su familia. Hazle feliz como no lo haya sido nunca, por favor, y acuérdate de no dejar temblar mi voz ni mis labios cuando le salude y despida. Sostén su sonrisa, y mantén mi fuerza. Dale un respiro, dame valentía...
Y ahora, si no es demasiado, tengo que pedirte un favor. He traído esa foto para que te acuerdes, Madre mía... ¿recuerdas? Es del año 1927, el mismo año que a pocos metros de tu casa nació mi abuelo. ¿Te acuerdas, verdad? ¿Recuerdas la alegría de su familia, su ilusión infantil, su vitalidad y sus ganas? Pues, por favor... no voy a volver a pedirte que te lo lleves, porque después de tanto rezarte queda claro que será cuándo Tú decidas pero, Esperanza... el día que no aguantes más las ganas y le llames a tu lado, extiende tu mano y ayúdale a llegar a tu vera. Mira que ya es viejo, le cuesta la vida tenerse en pie, y cuando te vea frente a él... me atrevería a decir que no sabrá ni qué hacer.
¡Cuándo le tengas Contigo, cuídale, Esperanza! Cuídale, que es el último cumpleaños que disfruto con él, y cuando marche Contigo, anímale... dile que no sufra, y deja de vez en cuando que eche la vista al suelo, desde las nubes, a tu vera... que quiero que sea testigo del resto de mis primaveras.
Feliz cumpleaños, abuelo. Intentaré hacerte todo lo feliz que pueda, porque hoy no habrá males ni penas, hoy sólo seremos Tú y yo, mientras esté a tu vera. Te lo prometo. Te quiero con toda mi alma...
y a Ti, gracias, Esperanza.
Sergio Rovayo.
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