Una vez, mi padre me dijo que las palabras y las letras contienen los secretos del universo. Que en sus formas y sonidos podría encontrarlo todo y llegar más allá de mí misma, alcanzar algo especial, perfecto.
Pero a veces las palabras se secan en los inexplicables otoños del alma. Caen pesadas, incapaces de volar, de convertirse en la esencia de las hojas, en el rasgo de las páginas, y son incapaces de nombrar los sentimientos o las cosas. Queda esperar que sople una vez más esa brisa que, cuando llega, las lleva y las hace reverdecer, tener de nuevo sentido. A veces los humanos necesitamos mucho más que palabras para expresar lo que sentimos...
Esos sentimientos que son, en algunas ocasiones tan inexplicables que no eres capaz de soltar ni media palabra, sólo puedes sentir cómo un escalofrío continuo te recorre el cuerpo y no te abandona ni un minuto, sólo puedes llorar de emoción, de alegría o de fervor, sólo puedes fijarte en como el resto de herman@s de tu cofradía o de otra o gente que ni siquiera está en ninguna cofradía se emociona como tú, como sus ojos se vuelven cristalinos al ver una imagen, un paso o simplemente al escuchar una marcha... Cómo mis ojos se vuelven cristalinos cuando veo que TÚ portas a nuestra Esperanza y nuestro Cristo acompañado de las mejores marchas que ponen los pelos de punta desde la primera nota.
Él me ha enseñado que sentimientos como esos, son sentimientos que uno lleva dentro, que siente y que no tiene porqué explicarlos, que no se explican, ¡se sienten!
Sólo puedo agradecerte una y otra vez todo lo que haces por mí, todo el tiempo que dedicas a sacarme adelante, todo el apoyo que me das, gracias por todos los momentos que pasamos juntos, por inculcarme y enseñarme a ser una persona honrada, amable y valiente, sobre todo valiente... Te estaría dando gracias toda una eternidad aunque creo que llegaría un momento en que me quedaría sin palabras y sólo podría sentir, sólo podría quererte más de lo que ya te quiero aún...
Eres TÚ esa brisa de la que hablo arriba, esa brisa que me hace cobrar el sentido de quién soy y de lo que quiero; eres TÚ el que me ayudas a levantarme una vez que he caído y el que vuelve a tenderme la mano cuando vuelvo a tropezar. Cuando miro alrededor y veo lo difícil que es la vida a veces, lo empinada que es la cuesta, sonrío por dentro pensando: No estoy sola, tengo a un gran padre en el que apoyarme. Eres TÚ, sin lugar a dudas, mi apoyo incondicional.
Espero disfrutarte muchos años más Papá porque no soy capaz de pensar que ocurrirá conmigo cuando ya no te tenga, cuando dejes de estar ahí para lo que necesito, cuando ya no pueda esperarte cuando vuelves del trabajo, cuando ya no vea contigo en la televisión Semana Santa, cuando ya no pueda abrazarte.
Gracias a Dios, Padre, una y otra vez por haberte elegido a ti para mí... No sé cuanta gente podrá decir esto de un padre, porque lo que en realidad siento es que no existen demasiados como tú.
Espero pasar contigo muchos mas momentos de felicidad. Un gran abrazo.
Tu hija, que te quiere.
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