
Dicen de un hombre que juega a ser niño, que parece que olvidó la iglesia que le vio crecer, que el pasado Miércoles Santo recordó sus años ante Ti. Dicen que se olvidó de todo viendo venir tu palio en silencio, racheando poco a poco hasta llegar cerca de la puerta. Se acercó hasta tu lado, alzó la vista y fue a perderse en la tuya, recordando otros miércoles, recordando cuántas cosas te pidió, recordando personas que se fueron, recordando asuntos pasados que aún le duelen como si en lugar de críticas y comentarios hubieran sido crueles latigazos en su espalda... y sintiéndose feliz, porque a pesar de todo era Miércoles Santo, las persona que importaban seguían en su vida y allí estaba Ella, otro año, como cada Miércoles Santo desde el año 90, fiel, vestida de Reina, en su palio, rodeada de flores, a las puertas de un barrio expectante por tenerla en sus calles y regalándole con la mirada el que es el mejor Refugio que conoció. Eso es lo que él conoce por Miércoles Santo.
Dicen que se sintió mal, que sintió haberle fallado a la que fue, es y será su Reina por mucho que Triana allane el camino... hacía tanto que no la veía, hacía tanto que no dedicaba un rato a perderse en sus ojos, a contarle sus cosas, que incluso advirtió un leve brillo de reproche en sus ojos... Y justo en ese instante sintió el orgullo, la devoción, la locura que antaño le embargaba con sólo mirarla y sin pensarlo dos veces supo que se lo compensaría.
Dicen que entonces bajó la vista, cerró los ojos, se tragó las lágrimas y le juró que el año que viene iría a su lado. Ya no será aquel niño de once años que intenta cargar él solo un candelabro de cola, ni el niño que se asusta por ver su pelo al natural o barrer el tablero de su paso... Será el mismo hombre infantil que soy ahora, el mismo niño ilusionado que fui siempre, los mismos ojos que se me tornan en lágrimas con sólo verla...
Este año no pude aguantar las lágrimas al verte camino de la catedral; el año que viene, si Quieres, verás brillar mis mejillas ante Ti, como siempre debió ser, como siempre será, a tu lado, Contigo, por tu barrio... por el mío, por el trozo de cielo que es parte de Sevilla, por mi cuna y tu reino, San Bernardo.
Sergio Rovayo.
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