
Éste blog me costará más de una queja, lo sé. Seguramente incluso cause que algunos me retiren la palabra. Y la verdad es que, humildemente, he de decir que lo siento, pero me da igual. Soy lo que soy... y eso jamás cambiará.
Ya tocaba hablar de esto. Me siento en la obligación de plasmar mis pensamientos aquí, es la ideolodía base de mi vida y merece tener hueco entre mis otros tantos blogs de poesía y sevillanismo. Es, en definitiva, hora de ponerme serio de verdad...
Por supuesto, desde el más enorme respeto hacia los que piensan lo contrario, os comento lo que ya sabéis; creo en Dios, en su Madre, pero no creo en la iglesia. No voy a misa por obligación, voy a misa cuando quiero ir. No rezo todas las noches, ni todos los días, rezo cuando lo necesito. No me confieso nunca ante un cura, sólo ante la Imagen de Cristo, ya sea en la iglesia ante Él o en casa con una estampa en la mano. Jamás he echado si quiera un céntimo en los cepillos de una iglesia, ya hay demasiado oro en los altares...
Lo siento, pero es así; no puedo creer en una iglesia que supuestamente lidera Cristo y que en cambio tiene la desfachatez de afirmar que el amor entre dos hombres o dos mujeres no es válido. (Y digo supuestamente por dos razones: primero porque Cristo jamás quiso ser líder, solo dejar su mensaje y, segundo, porque la iglesia de hoy en día es liderada por el egoísmo, el interés y la soberbia) Tampoco puedo creer en una iglesia que no permite el uso de anticonceptivos, ni en una iglesia que proclama la humildad y el amor de Cristo hacia los demás y luego abre cuentas bancarias para ayudar en África, cuando la mejor cuenta bancaria está en los altares repletos de perlas y en el nácar de los anillos que se lucen con orgullo en misas. Tampoco puedo creer en una iglesia que grite a los cuatro vientos aquello de "amaos los unos a los otros como yo os he amado" y luego da la espalda al más necesitado.
Lo siento, pero no creo en la iglesia... y no es por sus fallos, ya que todos los tenemos, pero lo que hoy se llama iglesia creo que nada tiene que ver con el Cristo que nos amó hace 2000 años. La verdadera iglesia, que en el fondo sólo es fe y amor, perdura en el corazón de aquellos que sí tienen presente el verdadero mensaje de Cristo. Él es la moraleja de lo que algunos llaman iglesia; su Madre es el orgullo del cristiano y el amor más verdadero... yo lo siento, pero con Ellos me sobra y me basta, yo con Ellos me quedo.
Y es que a veces, desde mi humilde opinión, entre tantos golpes de pecho debería de oírse aquello de "amaos los unos a los otros como yo lo he hecho..."
Sergio Rovayo.
¡Necesitas ser un miembro de Cofrades para añadir comentarios!
Participar en Cofrades