
Hace poco fue mi cumpleaños, y hoy es el tuyo. Llevo veinte años a tu lado y, con toda seguridad, me harían falta otros veinte para poder decirte tantas cosas que me callo y no te digo, para darte las gracias por todo, para intentar compensarte lo que a todas luces no podría... porque tú me diste la vida.
Por eso aprovecho hoy para decirte muchas cosas, aunque luego me muera de vergüenza cuando leas esto y no sepa cómo mirarte porque, aunque el amor es lo más bonito que puede manifestarse en esta vida, no sé demostrártelo lo suficiente. Y te lo digo ante todos, públicamente, porque quiero dejar claro que tengo la mejor madre que Dios pudo darme.
Tengo que darte las gracias, y también pedirte perdón. Son demasiadas cosas, mucho más que veinte años, es imposible de resumir... y de explicar, porque, ¿cómo explico yo al mundo la paz que me haces sentir cuando veo que estás ahí dispuesta a dejarlo todo por ayudarme, aunque yo te diga que no quiero hablar? ¿Cómo transmito a todos la alegría que me da al acostarme cuando pienso que te he tenido un día más en mi vida? Eso es imposible... la conexión madre-hijo es algo que traspasa fronteras; algo que, por desgracia, algunos no disfrutan, o disfrutaron por poco tiempo, o simplemente jamás tuvieron siquiera la oportunidad de sentirlo porque su madre se fue cuando ellos vinieron al mundo...
Gracias, porque cada día que pasas a mi lado, aunque estemos enfadados, es un regalo del cielo. Siempre que tengo problemas, cuando tengo miedo, cuando me agobio, cuando lloro, cuando no sé que hacer... es única la palabra que me viene a la mente, todo se desvanece al pensar: "mamá..." Gracias por darme la vida, por estar a mi lado siempre, por velar por mí aunque ya sean muchas las primaveras en mi vida, por contradecirme aunque con ello me cabree... gracias, porque sé que lo único que buscas es verme una sonrisa pintada en la cara.
Y también, cómo no... tengo que pedirte perdón. Hoy seré el protagonista de la parábola del hijo pródigo, a mi manera. Hoy te pido perdón por no ser lo que esperas en muchas ocasiones, por no saber hacerte sentir orgullosa a veces y por cada mal rato que te hago pasar con mis estúpidas ilusiones y excusas de adolescente... Y ahora que lo pienso, gracias de nuevo, porque aún repitiéndose mil veces todo lo anterior tú sigues ahí, dejando a un lado todo lo malo para seguir a mi lado, guiándome de la mano.
Y a ese Dios que mira desde lo alto... Ése al que ya he rogado lo mismo todas las noches de mi vida, no puedo menos que volver a pedirle el mismo deseo imposible de cada noche... que ya que es una utopía pedir que te deje a mi lado para siempre, que te deje al menos todo el tiempo que pueda a mi vera... Porque el día que me vea sin ti, mamá, ese día no sé que haré; no sé si me volveré loco, si me sentiré solo en el mundo o si seré incapaz de cerrar los ojos por las noches... pero una cosa es segura: que no quiero ni imaginármelo porque, el día que me faltes, me faltaré yo mismo, me faltará el aire, me faltará la sonrisa y, lo que es peor, la vida.
Porque contigo me faltan las palabras, porque yo sin ti no puedo nada y contigo todo lo puedo... Por eso espero que falte mucho, muchísimo, para probar el sabor de la amargura de no tenerte, que adaptando una frase de pregón, puedo decir a boca llena que
"madres habrá, pero como tú... ninguna"
Feliz Cumpleaños, Mamá. Te Quiero.
Sergio Rovayo.
¡Necesitas ser un miembro de Cofrades para añadir comentarios!
Participar en Cofrades