No me falles.

No me falles, pues sólo ambos sabemos cuánto cuesta. No te pierdas, no me dejes, que sólo tú comprendes cuánto duele y significa. Que no sea a mí al que abandones en este mes que comienza, que sin ti no me tengo y ya lo sabes de sobra.

Comienza un mes difícil, una cuenta atrás que, si bien duele, más bien me hará. Se acerca el final de un ciclo, el cierre final de esta triste función, al fin el telón caerá tras un año que parece que ha sido simplemente algo diario.

No sabría explicarte cuánto siento, lo que pienso, lo que pugna en mi pecho por salir a destajo y gritarle al cielo cuánto te quiero, cuánto te echo de menos, cuántos besos te prometo o cuánto amor te regalo... hoy, entre la angustia insufrible y el pavor en el pecho sólo tengo palabras para pedirte que no me dejes, que cojas mi mano, que te hagas notar y que seas aliento en mi andar porque sólo tú puedes comprenderme, sólo tú tienes ese don de sacarme la sonrisa y entretenerme el llanto en la memoria del ayer. Sólo tú y tu recuerdo, sólo tú y de tu mano.

No voy a mirar al cielo porque no te encontraría, yo sé que estás conmigo, prefiero mirar a mi lado y admirar el aire que me rodea, pues en él estás conmigo aunque no escuche ni vea. No voy a encerrarme en mí mismo a llorar lo que ya sólo es pasado, prefiero echar mano del alma y sentirte cercano mientras hablo... pero sí te pido, mi vida, que al menos hoy más que nunca, note que estás a mi lado.  

Te voy a querer toda la vida.

Sergio Rovayo