Delante de la Cruz los ojos míos
Y todo esto para qué. Para llegar cada año, en el albor de la primavera, a la tarde decidida y rotunda del Viernes Santo y quedar con el ánimo en suspenso y abierto a la esperanza, mirando a la Cruz donde agoniza Cristo y decir como el Centurión en la cima del Monte Calvario: Verdaderamente es el Hijo de Dios.
Cuántas veces, Señor, me habéis llamado
y cuántas con verguenza he respondido.
Y todo esto para qué. Para que se ahoguen en un mar de dudas y solo vean la muerte como el final.
Ya tiene luz la rosa y gozo el río
y la muerte confirmó su señorío.
Para todos ellos les ofrezco la desnuda alabanza de los versos de León Felipe.
Hazme una Cruz sencilla, carpintero,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos los maderos
desnudos y decididamente rectos
los brazos, en abrazo hacia la tierra;
el astil, disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga ese gesto,
ese equilibrio humano
de los dos mandamientos;
sencilla, sencilla
hazme una cruz sencilla, carpintero.
Me inspira este blogs un personaje que posiblemente cuando le dieron un Premio de Religión sería un chico inmaduro. Yo como he sido y soy una mujer madura me quedo con la Cruz.
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